CUÍDATE DE LA RUTINA



Rutina es una palabra a la que muchos temen. En ocasiones se utiliza para describir el fracaso de una relación personal, el malestar que sentimos al retomar nuestras ocupaciones diarias después de un período de descanso, para referirnos al vacío que existe en nuestras vidas, al aburrimiento, la pesadez, el cansancio, la frustración, etcétera.
Sin embargo, conocer en qué consiste y las ventajas que conlleva repercutirá en nuestro bienestar. A continuación nos preguntaremos qué tiene de bueno la denostada rutina.
En primer lugar, ¿qué es la rutina? Al hablar de ella en este artículo, nos estaremos refiriendo tanto a las costumbres y los hábitos personales, como a aquellos que son necesarios para convivir con los demás.
¿Tiene ventajas? Sí, por supuesto. De hecho vivir sin ella sería tortuoso, por no decir imposible. Comenzamos a adoptar una serie de pautas para comportarnos desde que nacemos; pautas que serán imprescindibles para nuestro desarrollo personal y para nuestra vida en sociedad.
Apuntaremos algunas de esas grandes ventajas:

1) La rutina proporciona comodidad

¿Qué pasaría si tuviésemos que decidir sobre cada aspecto de nuestra vida (personal, familiar, laboral, etc.) a cada instante, desde que nos despertamos hasta que terminamos la jornada? Acarrearía un enorme desgaste, ¿no crees?
Gracias a nuestras costumbres, nos liberamos de la presión que supondría tomar decisiones sobre aquello que realizamos con mucha frecuencia. Por ejemplo: cómo lavarnos los dientes; dónde guardar la comida que traemos de la compra; cómo pagaremos el esparadrapo que compramos en la farmacia; ¿nos vestimos para salir o nos vamos con la toalla de la ducha puesta?…
Tal es la asimilación que tenemos de estas reglas, que a veces olvidamos que existen y, sin embargo, ahí están, ayudándonos a vivir de manera más cómoda.

2) La rutina incrementa nuestra seguridad

Esto es así, porque es de bastante ayuda conocer o intuir las consecuencias de nuestras acciones.
Las personas tenemos unas cuantas certezas absolutas en cuestiones muy básicas. Sabemos que amanecerá, que necesitamos comer y beber para seguir viviendo, que dormir nos ayuda a reponer energías, etc.
Y, además, gracias a nuestras costumbres, podemos prever lo que ocurrirá si hacemos o dejamos de hacer algo sin temor a equivocarnos demasiado. Por ejemplo: Si tiramos una piedra contra la ventana del vecino, lo más seguro es que éste se enfade; si decidimos no ir a trabajar hoy aun sabiendo que nos esperan, podemos intuir que no es muy probable que nuestro jefe llame a casa para felicitarnos por ello.
La seguridad de la rutina está muy ligada con la ventaja anterior, la comodidad, porque afortunadamente no tenemos que evaluar todo el tiempo las consecuencias de nuestras acciones. Hacemos lo que hacemos como lo hacemos, sin tener que darle muchas vueltas.
Inferir lo que puede que pase después de algo hace la vida más llevadera. Si no, pensemos en la inquietud que podemos sentir cuando no tenemos ni la más remota idea de lo que se avecina ante una situación. Aquí es donde se gestan sentimientos desagradables como la preocupación y, en grado más severo, la ansiedad. Por lo tanto, otro punto positivo para la rutina. Sigamos.

3) La rutina ayuda a organizar nuestro tiempo

El tiempo es el recurso más valioso con el que contamos los seres vivos. Nuestros hábitos y costumbres pueden ayudarnos (y lo hacen) a gestionarlo mejor.
Saber que las escuelas abren siempre a la misma hora, que podemos alcanzar sin problemas el autobús de las ocho, que la ferretería seguirá abierta cuando salgamos de trabajar, etc. Todo eso es rutina y nos beneficia. ¿Qué pasaría si cada quien hiciera las tareas que nos afectan a los demás únicamente cuando le diese la gana? ¡Qué caos!
En lo que respecta a lo personal, podemos estimar de manera aproximada el tiempo que requerimos para terminar algo que hacemos frecuentemente; calculamos cuánto nos llevará cada tarea y distribuimos las actividades diarias con cierta EFICIENCIA.

4) La rutina es beneficiosa para nuestro organismo

Siguiendo el punto anterior (la gestión del tiempo), también podemos fijarnos en la incidencia positiva de la rutina en nuestra salud.
Seguir un esquema definido de vida produce bienestar: dormir el tiempo que necesitamos, comer a determinadas horas, contar con un tiempo de ocio, etc. Sin llegar a una rigidez extrema, precisamos de algo de orden en nuestro día, de ciertos hábitos saludables, si queremos sentirnos bien físicamente.
Además, conlleva beneficios psicológicos al liberarnos (como decía en el primer punto) de la toma de decisiones continua. Imagina que necesitas ir al baño. ¿No sería engorroso ponerse a pensar cada vez que llega ese momento dónde y cómo harás tus necesidades? ¡Gracias por existir, rutina!

5) La rutina permite aprender

A lo largo de nuestra vida, importantes habilidades que adquirimos requieren de práctica (caminar, hablar, leer, etc.). Sin que haya organización, sin rutina, no podríamos contar con ellas.
En este caso, la rutina supone una mejor asimilación y el perfeccionamiento de habilidades, ya sea básicas o más complejas. A mayor complejidad, más práctica es requerida.
El esfuerzo de mantener una rutina por el tiempo necesario suele ser recompensado. Digo suele ser porque NO SIEMPRE ES ASÍ, pero pongámonos en el mejor de los casos.
Para llegar a nuestra meta hemos de ceñirnos a una rutina. Supón que quieres aprender a tocar un instrumento, a hablar otra lengua… o cualquier otro objetivo a largo plazo. Sólo avanzarás si te lo tomas en serio y mantienes un orden, a menos que seas un prodigio de la Naturaleza.
Una última reflexión: Añadir rutinas a nuestra vida para hacerla más fácil no está reñido con ser creativos. El post trata sólo de las ventajas de la rutina y de cómo utilizarlas en nuestro provecho. No, no… Nada de vivir como robots.
Espero haber argumentado bien dichas ventajas. Si no, dímelo y, sobre todo, comenta alguna importante virtud de la rutina que me haya olvidado. Así nos hacemos todos un poco más amigos de ella.

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