Una plaga que se extiende imparable asesina a niñas



A finales de 2009, las fuerzas de EE.UU. y Gran 
Bretaña ordenaron un estudio de la sexualidad 
masculina pastún.
 La pastún es una sociedad fuertemente patriarcal y anclada en códigos de honor que a ojos occidentales resultan anacrónicos. Aun así, estudiosos como Abubaqar Siddique señalan que los severos valores que imponen los extremistas les son ajenos.
La música, por ejemplo, ha desaparecido de todos aquellos lugares donde la presencia talibán la hace peligrosa. No se trata sólo de la música occidental o india. El asesinato de la cantante Ayman Udas, el pasado día 27 en Peshawar, ha sido un nuevo recordatorio a la menguante comunidad artística pastún de la creciente amenaza que se cierne sobre ellos. Incluso han atentado contra el mausoleo del más destacado poeta en lengua pastún, el sufí Rahman Baba.
Además de sus señas de identidad cultural, los radicales han atacado asambleas de notables (jirgas) en las que tradicionalmente los pastunes solucionaban las disputas entre vecinos. De igual modo, los lashkars, grupos armados reclutados entre los miembros de la tribu para aplicar las decisiones de las jirgas o hacer frente a las amenazas exteriores, han perdido empuje ante los terroristas suicidas.
En el nuevo orden, son clérigos afines a los talibanes, cuando no meros seguidores iletrados, quienes imparten una justicia rápida y brutal. Las recientes grabaciones en móvil del asesinato a sangre fría de una pareja supuestamente adúltera y de la flagelación de una muchacha que había salido sola de casa han servido para que muchos paquistaníes se despierten a lo que significa la versión de la ley islámica (sharía) que reclaman los extremistas.
Y sin embargo, en un país donde el sistema judicial está plagado de corrupción y controlado por los mismos señores feudales que detentan la propiedad de la tierra y con frecuencia los cargos políticos, la promesa de justicia islámica, gobierno efectivo y redistribución económica atrae a los más desfavorecidos. Conscientes de ello, los talibanes tratan de sacar partido.
“La homosexualidad está estrictamente prohibida en el Islam, pero las interpretaciones culturales de la enseñanza islámica prevalece en las zonas pashtunes del sur de Afganistán tácitamente se aprueba, en comparación con las relaciones heterosexuales”, afirma el estudio.
Para un hombre  tener relaciones sexuales con un niño es considerado un “punto débil”, dijo el informe.  Por el contrario, tener sexo con una “mujer sin estar casado” crearía “cuestiones de honor y matanzas por venganza.”
 Años de vivir bajo esa construcción cultural han alterado en gran medida las actitudes sexuales, según el estudio. “ . “Uno de los dichos favoritos  en esos países es” las mujeres son para los niños, los niños son para el placer “, señaló el informe.
El estudio dijo que la explotación sexual  que prevalecen en algunas partes de Afganistán  cren un ciclo dañino para los niños y jóvenes.
“No es con frecuencia el riesgo de que los niños pastunes se enfrentaran  a un conjunto de experiencias que moldean sus creencias sobre la sexualidad en la edad adulta en formas que son en última instancia, perjudiciales, tanto para ellos como para la sociedad afgana”, concluye el informe. “ “Parece que este conjunto de experiencias afectan a las generaciones cíclicamente  y que este ciclo  ha existido el tiempo suficiente como para afectar a los fundamentos de la cultura afgana en sí misma.


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