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Las claves del terror psicológico de Sebastian Fitzek

Descubrí que un buen amigo que tengo desde hace muchos años tenía una doble vida. Había sufrido problemas mentales y esto le hacía llevar esta doble vida. Me lo confesó tras 5 o 6 años de amistad y recuerdo que fue a partir de ese momento cuando me empecé a implicar en los secretos que se podían esconder en la mente humana. Te pondré un ejemplo. Él me dijo que tenía una hija y muchos años más tarde descubrí que era mentira, que no tenía ninguna hija.

Las dos cosas pueden influir. Todos nos preguntamos qué es lo que realmente tenemos en nuestro cerebro. Cuando sufrimos una acumulación de problemas, muchas veces no sabemos si estamos soñando, si estamos despiertos, etc. Hay preguntas básicas que nos hacemos como, quiénes somos o qué es lo que hacemos en este planeta. También es cierto que la sociedad ejerce una fuerte presión y es muy fácil que una mente se pueda perder.

Siempre hago una comparación con la profundidad del mar. Sabemos que existe, sabemos que allí abajo hay muchos tesoros, pero casi nunca nadie ha llegado hasta allí. Esto es lo que pasa con la mente humana, tenemos cosas muy profundas en nuestro subconsciente y, en consecuencia, en nuestra mente hay muchos secretos escondidos. Eso me fascina.

En mi mente yo puedo pensar que en estos momentos desapareces. Hace tiempo escuché la historia de una chica francesa que era ciega y cuando la trataron en un hospital descubrieron que tenía una múltiple personalidad y que una parte de ella no sufría esa enfermedad. No son fantasías, son cosas que pasan, pero que solo pasan en nuestra mente. No hay límites.

La definición de locura y cordura es la definición de la sociedad, es muy difícil decir quién es excéntrico, quién está loco o quién es una persona con sentido común. En otro siglo, a los cantantes de rock los hubieran matado, porque son muy excéntricos, son fronteras muy flotantes, no se puede definir con palabras. Si Jesucristo apareciera hoy lo internarían en un psiquiátrico.

Hay muchas cosas que nos dan miedo, aunque la mayoría de ellas están relacionadas con la pérdida de nuestra identidad, y si eso pasa, estar vivo es quizás mucho peor que morir porque nos inquieta mucho el hecho de no tener el control sobre nuestro propio cuerpo o vida. Si perdemos los recuerdos o la identidad, es como si estuviéramos muertos.

Cuando hago un thriller psicológico la imagen que tengo es la de estar observando por la mirilla de una puerta, no vemos toda la imagen entera. Lo que a mí me gusta es, a partir de aquí, desarrollar una escena que es cruel. Hay libros que son crueles y explícitos, y lo son porque en el cerebro del lector ya existen estas imágenes. A mí no me gustar ser cruel para crear un efecto. El primer capítulo del libro es cruel porque pretende demostrar que puede ser muy cruel encontrarse atrapado dentro del cuerpo y no poder decidir o saber si estás despierto o dormido. Es cierto que las películas que solo encadenan escenas de sexo son pornográficas, y hay una línea muy fina entre el erotismo y la pornografía. También pasa con el terror.

Es cierto que hay personas malvadas que cometen un crimen y a priori no tiene ninguna explicación. Pero si a mi me gustan las historias de terror es porque quiero estudiar los motivos de la muerte, y las razones que tiene la gente para matar, ya que quiero pensar que siempre las tiene. La gente que lee estas escenas, que pueden ser crueles, no es porque encuentren placer en ello, sino porque cuando cierran el libro se pueden enfrentar de una manera más fácil a sus miedos reales.

Como autor intento entender qué pasa por la mente de un asesino o de un psicópata, por qué algo puede ser bueno o malo a los ojos de una persona. Está claro que en la vida real es un ejercicio que no es tan bueno. Cuando leo alguna noticia que hace referencia a algún asesino, lo primero que pienso es por qué lo ha hecho, aunque puede ser que no haya ninguna explicación. Es algo que me fascina como autor para luego poder explicar las historias, nada más.

Sí, estoy de acuerdo en que todos tenemos este aspecto más oscuro en nuestra vida. Hay un test antiguo que pedía a la gente en un supermercado si preferiría hacer una torre con latas o sacar la última lata de una torre hecha para que todo se viniera abajo. Mucha gente tenía el instinto destructivo. Pero no por este instinto que todos tenemos podemos llegar a ser asesinos en serie o psicópatas, hay mentes que están perturbadas o simplemente pueden tener una enfermedad importante, como un tumor cerebral. Pienso que siempre hay una causa para hacer el mal, aunque exista gente que sea malvada desde los inicios de su vida.

Tiene una influencia en el incremento de la delincuencia, está claro, pero eso no quiere decir que haya más perturbados mentales. El paro hace que se aumente el consumo de alcohol, de drogas, que haya más robos, son cosas que van en contra de la salud. Lo que sí que creo que aumentará con la crisis es la esclavitud humana, puede ser que aumente el número de secuestros de mujeres para que trabajen como esclavas sexuales en otro país, por poner un ejemplo. Pero no veo una relación directa de la crisis con el aumento de asesinatos. La sociedad en la que estamos es cada vez más difícil de entender, y es muy fácil que la gente se pierda y se vuelva un poco más “loca”.

Sí que se puede formar a la mente para que no sufra, también se la puede entrenar a tolerar situaciones extremas. Esto es algo que ya se hace en determinados ejércitos, por ejemplo. También se puede retirar la amígdala del cerebro que es en donde reside el miedo, y de esta manera no sentiríamos miedo, aunque no te sabría decir cuáles serían los efectos secundarios. (Sonríe).

En los años 50 o 60 ya se hablaba de experimentos extremos en clínicas de los Estados Unidos para controlar la mente del enemigo. Esto actualmente es un problema, porque si haces un experimento a una persona se lo tienes que decir, algo que no siempre es así. Siempre hay gente que quiere saber la verdad y la busca, y por ello se sabe que existen. Hay autores que hablan de ello de forma abierta.

Tengo miedo a muchas cosas, por ello tengo la sensibilidad de escribir sobre ellas. Me da miedo el dentista, por ejemplo. Otra cosa que me da mucho miedo es que me operen, que me despierte y no poder expresar lo que pienso o siento. Uno de los temas a la hora de escribir es pensar, ¿qué haría si esto me pasara a mí? Si no tuviera estos miedos no podría escribir, para mí es como una terapia. Los lectores también tienen miedo pero me leen, y es que cuando se habla de ello es como si estos miedos ya no fueran los mismos, también es una terapia, un trabajo para ellos. El lector no es ningún psicópata, y espero que el autor tampoco lo sea.

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